El conocido psicólogo Arnold Lazarus, autor de 16 libros sobre psicología cognitiva sugiere que muchos problemas emocionales provienen de patrones aprendidos de los padres, profesores, amigos y medios de comunicación y que, como tales pueden desaprenderse. Añade que gran parte del malestar emocional se debe a 10 errores comunes.
Como de todos es sabido que un problema bien definido es un problema medio resuelto, nos conviene identificarlos cuánto antes.
Conceptos que generan malestar emocional.
Exigencia y perfeccionismo desbordado.
Estar sometido a la tiranía de los “debería”: “Debería hacer esto o lo otro”. O “los demás deberían”. El primer caso puede crear sentimientos de culpa exagerados en uno mismo y el segundo, rabia y frustración hacia los otros.
No decir lo que hay que decir y decir lo que no se debe.
Conviene decir lo que se siente en el mismo momento. No dejar que aumente la presión interna. Decir las cosas de modo sosegado, con respeto y directamente. Ser claro y conciso (asertivo), pero no agresivo.
Hacer juicios.
Aún cuando es habitual enjuiciar y formar opiniones, como por ejemplo, tal persona es callada, se pueden obviar las conclusiones precipitadas de estas etiquetas como “es callada porque no tiene nada que decir”. Aprender a hacer “presunción de inocencia.”
Temor a cometer errores.
Una de las mejores maneras de aprender es cometer errores. Estos proporcionan información valiosa y revelan áreas de crecimiento. Las personas que cometen fallos son más cercanas a los demás y hasta pueden provocar simpatía. La mejor opción en este caso es reírse de los fallos en lugar de disimular. Con eso se puede uno liberar de la presión de ser “descubierto”.
Incapacidad de relajarse y divertirse.
La relajación no significa pereza y hasta puede alargar la vida. El humor y la recreación son tan necesarios como el sueño ya que restauran el equilibrio. La risa es un tonificante físico y psíquico. Estimula varios centros cerebrales, eleva nuestra tolerancia al dolor y fortalece nuestro sistema inmune. Es un antídoto contra el estrés.
No responsabilizarse de las propias acciones.
Se hace por temor a parecer débil o imperfecto. Hacerse cargo de las propias decisiones y acciones, aunque sean equivocadas, nos confiere poder. Culpar a los demás y sentirse la “víctima de las circunstancias” es una posición de debilidad que impide ser el ingeniero de la propia vida. Saber ser el responsable de lo que se hace y de lo que se siente significa sentarse en el asiento del conductor.
Proponerse objetivos no realistas.
Se sabe que una meta no es realista cuando, a pesar de una honesta persistencia, el resultado es mediocre. No es realista pensar que siempre se puede obtener lo que se desea. Existen condicionantes como la genética, las circunstancias sociales y otros factores que determinan nuestros resultados.
No poder olvidar los resentimientos.
Los recuerdos del pasado que causan tristeza y rabia tendrían que ser expresados, resueltos y olvidados si no se quiere que influyan negativamente en nuestro presente.
Incapacidad para tolerar las frustraciones de la vida.
La vida puede ser muy triste si se tiene baja tolerancia a la frustración. Habría que pensar que siempre se gana algo o se pierde algo. No olvidar que la justicia no existe en el mundo. Es mucho mejor fijarse en lo que se tiene y no en lo que se quiere para lograr la verdadera felicidad.
Pensar de modo pesimista.
El pensamiento negativo puede transformarse en profecía auto-cumplida. Pero el optimismo a ultranza, no realista, puede llevar a grandes desengaños. Quizá sea bueno estar preparado para todo lo que pueda pasar, bueno o malo. Ser conscientes de que la forma en que se piensa, el patrón de pensamiento, es la manera de cuidarse a uno mismo psicológicamente. Este patrón puede generar seres deprimidos, frustrados, rabiosos, culpables o tímidos. Lazarus llama “obstáculos mentales” a estos errores comunes y anima a que cada uno sepa definir y redefinir las ideas que mantienen su malestar emocional.
Isabel S. Larraburu - Psicóloga clínica
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