Los cinco entrenamientos éticos del budismo
Todas nuestras acciones (ya sean físicas, verbales o mentales) tienen consecuencias: algunas contribuyen a la paz y al bienestar, y otras, a la insatisfacción y al malestar.
Tigre y niña en armonía Los preceptos no están escritos en piedra, son guías de comportamiento.
Idealmente deberíamos saber qué acciones resultan saludables y cuáles, perjudiciales, sin embargo, muchas veces tenemos embotada nuestra sabiduría innata y no tenemos la claridad suficiente para decidir el curso de acción que más nos conviene individual y colectivamente.
Esta falta de visión y las acciones perjudiciales que le siguen tienen profundas repercusiones tanto para nosotros mismos como para nuestra familia, nuestros seres queridos y la sociedad en general.
Así, resulta fácil entender la importancia de contar con una guía de actuación nacida de la experiencia de cientos de generaciones de practicantes, ¿no es cierto?
Los cinco preceptos (ejercicios de concienciación, guías de comportamiento, entrenamientos éticos…) que el Buda ofreció desde su amor y compasión hacia todos los seres son la quintaesencia del camino budista.
Tomar refugio en los preceptos, reflexionar sobre sus enseñanzas y llevarlos a la práctica hará que avancemos seguros y evitemos un montón de sufrimiento innecesario.
Presentamos una versión actual de los cinco preceptos ofrecida por shifu Hanyun e incluimos después una formulación clásica así como sendas explicaciones de los maestros chinos Yin-shun (1906-2005) y Sheng-yen (1930-).
Los cinco preceptos según Hanyun
1. No asesinar a ningún ser vivo;más bien procurar su bienestar.
2. No tomar lo que no ha sido dado;más bien actuar con generosidad.
3. No practicar una sexualidad irresponsable o dañina;más bien cultivar el cariño y el compromiso.
4. No pronunciar falsedades;más bien buscar la verdad y la armonía.
5. No enturbiar la mente con intoxicantes;más bien observar con claridad.
Versión clásica de los cinco preceptos
1. Abstenerse de tomar la vida.
2. Abstenerse de tomar lo que no ha sido dado.
3. Abstenerse de la conducta sexual incorrecta.
4. Abstenerse del habla incorrecta.
5. Abstenerse de bebidas alcohólicas y otras drogas que tienden a embotar la mente.
Explicación de Yin-shun sobre los cinco preceptos
Los devotos laicos (upasākas) y las devotas laicas (upāsikās) deberían guardar los cinco preceptos; se los conoce como preceptos de asistencia, que es el significado literal de upa. Tal es la virtud de los preceptos para la vida laica. La base de la virtud de los preceptos es la misma para lo bajo y para lo alto, sin embargo, aunque los preceptos de los bodhisattvas se construyen sobre esta base, son más completos y puros. Cada uno de los cinco preceptos se basa en el principio de utilizar los propios sentimientos para medir los sentimientos de los demás.
«No matar.» Ya sea que uno mate por sí mismo o envíe a otro para hacerlo (conspirar con otros para matar también es una falta), terminar con la vida de un ser sensible es matar; sin embargo, provocar la muerte sin querer no constituye una ofensa seria. Entre todas las muertes de seres sensibles, matar a seres humanos es naturalmente la ofensa más grave. Dañar a otros: con cuchillos, palos, objetos de barro, piedras…, aunque no sea una ofensa tan seria como matar, pertenece a la misma categoría.
«No robar.» Se aplica a todas las cosas: nacionales, personales, budistas…, que tienen dueño. Se rompe el precepto de no robar si se toman, ocupan por la fuerza o malversan cosas sin el consentimiento del propietario. Según el Dharma del Buda, para robar no se puede utilizar la excusa de estar hambriento, enfermo o querer proveer a padres, esposos o hijos. Todo robar es una falta.
«No implicarse en una conducta sexual inapropiada.» Si un hombre y una mujer están de acuerdo en ser esposos por medio de ritos públicamente reconocidos, con la aprobación de los guardianes y sin violar las leyes seculares, el contacto sexual entre el marido y la mujer (que es un elemento importante en la formación de la familia y la continuación de las generaciones futuras) es apropiado y no es una falta. Aun si la otra persona consiente, la conducta sexual es inapropiada para los laicos si no está permitida por el Dharma del Buda (por ejemplo, cuando uno recibe los ocho preceptos), por la ley secular o no cuenta con la aprobación de los respectivos guardianes. Los budistas devotos laicos deberían abstenerse de tales contactos, pues no solo dañan la capacidad de la otra persona para tomar decisiones sin influencias externas, sino que también constituyen una conducta maligna que destruye la armonía de las familias y perturba la sociedad.
«No hacer declaraciones falsas.» A veces se dicen cosas que no son ciertas para beneficio propio, beneficio de familiares y amigos, o para dañar al enemigo. El precepto de no mentir también se aplica a fingir que se sabe algo que no se sabe y a negar que se sabe algo que sí se sabe, a decir que hay algo cuando no lo hay y a decir que no hay algo cuando sí lo hay, y a llamar correcto a algo erróneo y viceversa. Al realizar declaraciones falsas que benefician a uno mismo y a sus parientes pero dañan a otros, se comete la ofensa grave de mentir. En otros casos de falsas declaraciones la ofensa es más ligera.
Los cuatro preceptos que hemos discutido se llaman preceptos naturales, porque esas mismas acciones son crímenes, es decir, está mal hacer esas cosas sin importar que se acepten o no los preceptos. No solo el Dharme del Buda no permite estos actos, sino que incluso las leyes seculares deberían castigar esas conductas.
«No beber alcohol.» Toda sustancia que tenga la capacidad de perturbar o confundir la mente se llama alcohol y no se debería consumir nunca. Aunque algunas personas dicen que beber alcohol es bueno para la salud, según el Dharma del Buda no tiene ningún mérito. En primer lugar, beber alcohol puede perturbar la mente y conducir a la pérdida de control. Cuando uno está borracho, no solo comete errores, sino que también dice cosas o realiza malas acciones que normalmente sería incapaz de decir o hacer. En el vinaya ‘código de disciplina’ hay una historia sobre un discípulo budista que era muy estricto en la observancia de los preceptos, pero se embriagó y cometió las cuatro ofensas graves en el mismo día: matar, robar, tener relaciones sexuales inapropiadas y mentir. Debido a situaciones como esta, se dice que beber destruye todas las virtudes. En realidad, al tomar alcohol no solo se destruyen las virtudes del Dharma del Buda, también se suelen destruir la felicidad de las familias, las amistades, los negocios y la riqueza. En segundo lugar, la perturbación y la ignorancia son la raíz de todos los crímenes y el alcohol puede provocarlas. Beber de manera habitual es un gran obstáculo para mantener la atención correcta y el conocimiento correcto. Por estar siempre borrachas, algunas personas tienen niños que nacen dementes o con un importante retraso mental. Aunque pueda parecer que beber no es tan malo, en realidad se trata de uno de los principales culpables que impiden la sabiduría y destruyen las virtudes. Por lo tanto, además de los primeros cuatro preceptos, los budistas deberían mantener seriamente el precepto de no beber para resguardar sus virtudes y avanzar hacia las enseñanzas que trascienden el mundo, las cuales tienen como base la sabiduría.
Explicación de Sheng-yen sobre los cinco preceptos
Los cinco preceptos comprenden el voto de:
1. abstenerse de tomar la vida;
2. abstenerse de robar;
3. abstenerse de relaciones sexuales dañinas o socialmente inaceptables;
4. abstenerse de mentir, y
5. abstenerse de intoxicantes.
En la tradición budista se consideran violaciones graves las cuatro primeras acciones de la lista: tomar la vida, robar, las relaciones sexuales dañinas o inaceptables y mentir. Si un monje o una monja realiza una de estas acciones, se trata de una ofensa especialmente abominable que en el vinaya ‘código de disciplina’ monástico se conoce como pārājika ‘expulsión’. Si se descubre que un monje o una monja ha cometido dicho acto, debe ser expulsado o excomulgado de la sangha ‘comunidad’ monástica. De este modo, se puede ver que estas cuatro acciones merecen una atención especial por parte de los budistas: son la base de la moralidad budista, de todo lo beneficioso y del crecimiento espiritual. El quinto acto: consentir la intoxicación, solo se considera un mal en cuanto nubla la mente y contribuye en gran medida a las otras cuatro ofensas; por ello resulta menos seria, aunque no menos crucial.
Al cometer los cuatro males fundamentales de matar, robar, implicarse en relaciones sexuales inaceptables y mentir, no solo se ejerce una violencia terrible sobre los demás, sino que se socava también el fundamento de la apertura y la confianza que es la base de todo crecimiento espiritual. Desde un punto de vista kármico, la repercusión personal de tales acciones es igualmente devastadora, pues generan mucho karma negativo que resultará en renacimientos entre los animales, los espíritus hambrientos o los infiernos purgatorios budistas. En estos reinos inferiores o turbios, las facultades mentales y espirituales se encuentran grandemente impedidas y el sufrimiento es intenso, lo que hace muy difícil generar las causas y condiciones kármicas necesarias para regresar a los reinos superiores y más difícil aún recibir las enseñanzas budistas. Por otra parte, los cinco preceptos previenen la posibilidad de esta clase de retribución dolorosa en los reinos inferiores y nos ayudan a renacer en una condición —preferiblemente como seres humanos— en la que disfrutemos de facultades agudas y circunstancias favorables para la práctica del Dharma ‘enseñanza’ budista. También nos ayudan a fomentar un entorno adecuado para nuestro bienestar colectivo y crecimiento espiritual.
Desde un planteamiento puramente humanista, los cinco preceptos describen los requisitos básicos para una sociedad humana saludable. La convivencia no sería posible si se consintieran el asesinato, el robo, el libertinaje sexual sin barreras, el engaño y la intoxicación. Reinarían la desconfianza y la violencia, y las relaciones humanas quedarían reducidas a un aislamiento total. Las acciones prohibidas por los cinco preceptos son sencillamente inaceptables si las personas queremos vivir en paz y armonía. Ajustarse a estos preceptos representa el criterio mínimo para ser considerado un ser humano decente.
Así, los cinco preceptos son la base de nuestra liberación individual y colectiva del samsāra ‘mundo de la insatisfacción’. Sin ellos, el Dharma budista no podría sobrevivir como tradición, y nosotros no podríamos trabajar en nuestro camino hacia la libertad.
Hablando figurativamente, se podría decir que hay muchos caminos que se pueden tomar en este mundo, espirituales y de otra clase. Si actuamos como un animal o un espíritu, nos convertimos en un animal o en un espíritu. Si actuamos como humanos, nos convertimos en humanos. Si actuamos como un buda, nos convertimos en un buda. Si queréis convertiros en un buda, debéis recorrer el camino de un buda. Es un asunto de dirección y elección. Los cinco preceptos son la entrada al camino de la budeidad y la base moral en la que se apoya todo progreso espiritual genuino.
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1 comentario:
No me extraña ...después de haber leido esto....que una persona que "sigue las enseñanzas budistas"...se enfadara mucho conmigo....por un comentario...sin malas intención..que hice...."Con el pensamiento puedes hacer daño".....Yo soy cristiana...más que con el pensamiento...se puede hacer daño con la acción..porque si piensas...pero no haces lo que has pensado....Además ...si no tenias intención de hacer daño.....
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